Institucional




La institución nació como Liceo de Señoritas, el 18 de junio de 1949. Inicialmente denominado Instituto Adscripto Nro 2, cuya primera rectora fue Teresa Inés Sáenz de Miera.
Transcurría la primera presidencia de Juan D. Perón, posguerra europea. La mujer entra masivamente en el mercado laboral. Este nuevo protagonismo impone una formación a la que históricamente estuvo relegada. Se discuten los derechos de la mujer. La mujer trabaja, se educa, vota. Temas que hoy suenan cotidianos, pero entonces no lo eran.

Su ubicación céntrica, cerca de sedes de empresas y comercios importantes y su horario nocturno, que permitía concurrir después del cierre, hace que en poco tiempo sus aulas se llenen de alumnas.
En 1953 se oficializó como Liceo Nacional de Señoritas Nro 7, y en 1960 adopta el nombre del colegio con el que cohabita: Domingo Faustino Sarmiento.

Muchas cosas pasaron, muchas cambiaron, pero sigue incólume el espíritu que en 1949 impulsó la creación de este espacio: el formar ciudadanos de los cuales nos enorgullecemos. 


El edificio

El monumental edificio de nuestra escuela data de 1886, obra del arquitecto italiano Carlo Morra (1854- 1926). Tuvo una participación muy activa en el proyecto de edificios públicos, en CABA y en la provincia de Buenos Aires. Entre sus obras se encuentran la antigua Biblioteca Nacional, la Escuela Presidente Julio A. Roca y el Tiro Federal Argentino. Mucha de su producción arquitectónica fue demolida. 

Responde al denominado neorrenacimiento italiano que, junto con otros "neos", conforma la corriente historicista en boga a fines de siglo XIX. Ésta, junto con el eclecticismo son los estilos en que se construyeron la mayoría de los edificios públicos de la llamada Generación del 80.

En ese momento de nuestro país, tanto las obras de infraestructura como las de arquitectura estatal adquirieron un carácter tendiente al progreso y al desarrollo social. Específicamente dentro de estas obras, las escuelas de enseñanza media dependientes el Estado argentino debían representar, casi de manera publicitaria, estos ideales. Eran el medio por el cual el Estado nacional podía establecer vínculos dinámicos con los habitantes para generar una idea de nacionalidad social y un sentimiento de pertenencia a un pueblo de múltiples orígenes, en constante cambio.

De ahí ese espacio monumental, esas escalinatas palaciegas que hoy catalogaríamos de presuntuosas, pero tan atinadas entonces, cuando un Estado debía mostrar su poder económico, político y protector a un pueblo que no solo concurría a completar su formación académica, sino también a aprender a ser argentino.

Comenzó siendo escuela primaria, inaugurada el 3 de octubre de 1886. En 1914, por decreto del PEN, se dispuso que en el mismo edificio funcionase una Escuela Normal. En 1916 egresaron las primeras maestras del Normal Nro 9. En 1969,  las últimas en el nivel secundario. A partir de 1949, en el Turno Noche, comienza a funcionar nuestro colegio.

En febrero de 1975 un incendio de gran magnitud dañó gravemente el edificio. Por muchos años abrió sus puertas sobre el pasaje Santos Discépolo y funcionaron sólo las aulas traseras. La reconstrucción fue lenta y, muchas veces, desacertada.


Actualmente, desde 2012, se desarrolla el plan de puesta en valor del edificio desde el área de infraestructura del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Debía culminarse a mediados de este año, pero ha sufrido atrasos. 

El cambio de toda la bóveda vidriada del espacio central (destruida durante una tormenta mientras se desarrollaba la primera etapa del plan), es una de las razones del cambio de cronograma.






El grupo escultórico

En el cuerpo central, coronando el acceso, encontramos un curioso grupo escultórico: tres figuras humanas, una de pie y dos recostadas. Son alegorías, figuras artísticas que representan una idea valiéndose de formas humanas, animales u objetos cotidianos. Muy usadas a principios del S XX en edificios clásicos, para embellecer sus fachadas y anunciar su destino.

La figura central (de pie) representa a la libertad. Curiosamente el autor eligió los atributos de la Estatua de la Libertad, de Bartholdi (1876, Nueva York), donde el característico gorro frigio es reemplazado por la corona de rayos, que representa al sol, la luz. La antorcha de su mano derecha nos remite a Vesta, diosa romana del hogar y el fuego patrio. Finalmente, el libro en su brazo izquierdo evoca la ley y el derecho. A su izquierda encontramos una figura femenina con una lira. Representa a las artes. A su derecha, otra figura recostada sobre una pila de libros, dedicada a la lectura, representa el conocimiento y el aprendizaje.

La institución nació como Liceo de Señoritas, el 18 de junio de 1949. Inicialmente denominado Instituto Adscripto Nro 2, cuya ...